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Un cuento de princesas para no princesas

Por: Salma Paulina Lópe​z


Érase una vez una NO princesa que vivía en una torre encantada junto con dos felinos mágicos. Desde hacía un tiempo había comenzado​ a darle forma a la torre y convertirla en su hogar. Había muchos colores, telas, verdes, y mucho pelaje, consecuencia de vivir con dos criaturas peludas.

La NO princesa había regresado de un largo viaje sin rumbo. A pesar de haber adquirido experiencias y haber vivido muchos momentos felices, al terminar ese viaje se había quedado con un vacío muy profundo. Se aferraba a su satisfacción, ignorando que siempre todo tiene un inicio y un final.

A su regreso, y después de asentarse en la torre, no se había percatado que había vuelto acompañada de una estrella llamada Sol que, por su naturaleza de estrella, buscó gravitar instalándose en el vacío muy profundo de la NO princesa.

Como una buena estrella, el propósito de Sol era irradiar luz, sin embargo, al haberse alojado en el vacío, su luz era casi imperceptible a la distancia.

Como una buena NO princesa, ella tuvo que salir de la torre para trabajar y conocer cómo era la vida sin estar de viaje, además había que comprar alimentos para los felinos y para ella.

Cuando salía, Sol la acompañaba siempre desde adentro, sin embargo, la NO princesa seguía sin percatarse de esa presencia, pues la mayoría de veces iba con miedo: miedo a la calle, a lo nuevo, al cambio, a lo inesperado.

Así pasaron los días, y poco a poco su vida fue tomando forma. Cada vez con menos miedo, más fortaleza y más confianza en sí misma. Pero, a pesar de todo, Sol seguía sin brillar.

Al acostumbrarse a lo nuevo, la NO princesa sintió que su nueva vida ya no era tan nueva ni tan suficiente para ella, por lo cual, decidió emprender nuevos viajes.

A diferencia de su último viaje, que parecía ser más planeado, descubrió que también los hay de muchas otras formas: algunos son express; otros son de medianoche; algunos, como los sueños, terminan al despertar; y otros más, a pesar de aferrarse, simplemente no eran para ella.

A medida que realizaba estos viajes, se dio cuenta de que, más allá de las experiencias, los viajes terminaban, pero el vacío se quedaba en ella. Lo que, a su vez, la alejaba más del brillo de Sol.


Fue mientras caminaba por un bosque verde, cuando la NO princesa cayó en cuenta que estar ahí se sentía como una mañana de primavera: fresca, soleada, con olor a flores y lima.

Nada podía ser más perfecto.

La NO princesa esperaba que este fuera el viaje de ensueño, aquél que le devolvería su satisfacción, y que llenaría lo que faltaba en su interior. Pero, para su ingenua sorpresa, el cielo se nubló; y en medio de sus pensamientos, de mañana de primavera, comenzó a llover.

Se detuvo y se plantó bajo un árbol; el cielo llovía, y sus ojos nublados también lo hacían. No entendía porque la lluvia había arruinado este momento, este viaje que parecía ser lo que ella necesitaba.

Sin embargo, lo que en realidad no entendía era que ningún viaje sanaría lo que estaba mal por dentro; que así como en la vida, caminar en el bosque verde implica un cúmulo de complejidad: sol, alegría, flores, tristeza y lluvia; que solo su resiliencia a través de su integridad, bienestar y amor, le permitirían cruzar.

Ahí, debajo del árbol, casi a punto de anochecer, la NO princesa decidió que era momento de no hacer más viajes, a pesar de que lo anhelara; que era tiempo de volver a casa.


Al verse rodeada de aquel oscuro bosque, iluminada mínimamente por la luna, miró al cielo y deseó alcanzar una estrella para iluminar su camino.


Y así, como en los cuentos de princesas, su camino se iluminó por un destello que venía de su interior: era Sol.


Mientras la iluminaba desde dentro, Sol le contó, cuál es el propósito de una estrella: encontrar NO princesas con vacíos muy profundos para iluminarlas y que la tarea de las NO princesas, es encontrar el destello en la oscuridad, mirando en su interior. A medida que más observan, más se descubren, sanan y el vacío profundo que cargan dentro disminuye, convirtiéndose en claridad y amor.


Sol dijo:

“Todas las estrellas que ves allá en el cielo, son parte de una NO princesa. Tú eres polvo, al igual que yo, cuando solo hay claridad, queda luz y da paso al amor. Es ahí cuando mi tiempo aquí termina. Yo estrella regreso al cielo, y tu dejas ir el NO para convertirte en lo que siempre has sido: UNA PRINCESA”


Y ahí estaba, sin siquiera planearlo, la que siempre fue UNA PRINCESA junto con su estrella. Entonces emprendió un primer viaje, lejos del exterior y de bosques verdes, hacía su vacío profundo, su sanación, su claridad, su autodescubrimiento, su interior, hacia el amor y soledad.




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